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viernes, 14 de febrero de 2020

"Yoli, la muchacha que se asomó al balcón"

Siempre me entusiasmó "Regreso al Futuro", la idea de montarte en el DeLorean, elegir una fecha, y recrear ese momento tal y como aconteció, pero sobretodo volver a ver aquellos rostros que desfilaron por tu vida hasta que el paso de los años nublaron sus facciones de tu vista. En un tiempo pasado donde todavía no llevábamos ese chip que controla todos nuestros pasos y nuestros pensamientos que es el móvil, y que por contra no nos permitía captar instantáneas de ese presente, son los recuerdos, en muchas ocasiones tan dispersos como los sueños, los únicos recursos para entrelazar imágenes y reconstruir una historia lejana.

Empieza el viaje..., monto en mi DeLorean imaginario, y veo el retrato de dos chavales que superan los veinte, sentados en la colina de un parque y bebiendo litros de cerveza mientras intentan ver ese futuro en el que ahora vivimos. Observamos cómo la vida discurre ante nuestros ojos y somos conscientes que simplemente somos aves de paso que algún día estrellarán su vuelo y acabarán siendo arrastrados dentro de un círculo concéntrico del que vamos extrayendo nuestros atajos para seguir volando. Cargamos con nuestras confusas mentes, pero sentimos que somos libres, que las noches nos pertenecen, y que nuestras conversaciones regadas de cerveza caliente nos mantienen alerta ante cualquier amenaza que limite nuestra libertad de movimientos y ese sentimiento de eterna juventud.

sábado, 29 de junio de 2019

"La Horda, una de-generación pérdida"

A veces hay historias que resurgen de un pasado tan lejano que no eres capaz de asimilar si esas imágenes fueron tal y como las recuerdas o como te las contaron, o si por otro lado fueron manejadas por tu mente para que formen parte de ese mundo en el que al fin y al cabo, intentamos jugar a ser iguales que los demás. Quizás fue como me lo relataron, o quizás fue simplemente ese alguien que corretea por mi memoria el que me contó la historia de unos jovenzuelos que se hacían llamar "La Horda", y que deambulaban por una "Fakultad" aprendiendo precisamente todo lo contrario: mantenerse diferentes. Igual que una gran banda de Rock´n Roll, aquel grupo de chavales se enfrentaron a ese nuevo mundo con su propia personalidad ofreciendo a los demás una nueva visión que era compartida sin ser juzgada, y convirtiendo en fácil lo que el entorno intentaba devolverles como confuso y extraño.

sábado, 10 de noviembre de 2018

"Viajando con Van Morrison"

Hace mucho tiempo, si alguien me hubiera pedido alguna fórmula para sobrellevar la rutina y relajar su mirada ante las de aquellos que te la fruncen, les hubiera regalado estas canciones. En un principio fue hace muchos años cuando hice este recopilatorio, y desde entonces y hasta el día de hoy me sigue acompañando en esos solitarios momentos en los que mi mente viaja hacia ese lugar mágico que Van Morrison creó con su música llamado Avalon, ya sea cuando mi cuerpo se pasea por la ciudad, la playa o la montaña, o cuando la noche ocupa mis horas favoritas del día.

Fueron unas veinticinco canciones que grabé en una vieja casette y que escuchaba en ese aparato que nos parecía tan moderno que era el walkman, y que luego pasaron a formar parte de otro todavía más novedoso que era el IPod, y de ese cacharro que sirve para todo: el móvil. Hoy en día siguen formando parte de mi vida y de mis escapadas "astrales", es Van Morrison en su versión más mística, ese que retuerce las palabras y desgarra su voz haciendo de esta su instrumento más valioso hasta hacernos creer que fuera de nuestros cuerpos existe ese imaginario universo que nuestro hombre construyó en torno a la nostalgia, la visión mística de la naturaleza y la poética recreación de un alma de la que nunca sabremos su nombre pero si su destino: Avalon.

miércoles, 1 de agosto de 2018

"Madrid 02/08/1988, Una Noche de Rock´n Roll"

Treinta años pasan más rápido de lo que uno se imagina cuando vives en ellos, pero hay días que parecen eternos, días que sabes que por un motivo u otro terminarán por convertirse en un recuerdo al que acudirás cuando los años pasen y las imágenes se enmarañen en tu cabeza, o cuando todo haya sido borrado y repuesto gracias a los sentimientos que te provocaron lo que ahora son imágenes que tu mente guardó como percepciones de esas mismas emociones.

Aquel caluroso día de verano de 1988 el sol brilló más fuerte que nunca en Madrid, de hecho y con la distorsionada lejanía de aquel recuerdo no hubo día más brillante ni más soleado que aquel dos de Agosto que se fundió con una noche que ante mis ojos se conjuró con un amanecer que me descubrió que el mundo era mucho más abarcable de lo que me parecía. Fue una noche de rock´n´ roll pero también de amistad, libertad y sonrisas, una noche en la que los sueños se fundieron con tal naturalidad con la realidad que era fácil dejarse llevar. Aquel dos de Agosto fue también el comienzo de un viaje que yo y mis dos camaradas de concierto recorreríamos muchas veces años después con la esperanza de revivir esas sensaciones que se nos presentaron espontáneamente y que de hecho siempre conseguiríamos atrapar.

lunes, 11 de junio de 2018

"El Pollito de California o el último bohemio de Madrid"

Hace unos veinte años, cuando mis noches solían ser más largas que los días, aparecí en un garito llamado "El Rincón del Arte Nuevo" donde actuaba entre otros un americano que cantaba flamenco y que se hacía llamar "El Pollito de California". Recuerdo aquella actuación como una de las más divertidas que he visto, quizás fue por la sorpresa de ver a alguien actuar con una enorme pasión que no solo cantaba, sino que también contaba chistes y anécdotas con una acento y una gestualidad tan particular que era capaz de derribar con facilidad el cinismo de aquella parte del público que no estaba acostumbrado a esa transparencia, y a que alguien te pueda sacar más de una sonrisa aunque pretendas fingir que aquello es un concierto de serie B. Yo aquel día vi un tipo armado con una guitarra creyendo en lo que hacía y consiguiendo lo que muy poca gente puede lograr cuando se sube a un escenario, y es que nadie pueda apartar su mirada de él.

viernes, 1 de diciembre de 2017

"Sin retirada, sin rendición"

Uno de los momentos más especiales que se me han presentado durante estos últimos años ha sido volver a reencontrarme con aquellos amigos que dejé de verles prácticamente siendo niños, rostros que mi memoria guardaba y que con los años se fueron difuminando y con ellos las anécdotas de una infancia que parecían no sobrevivir a mis recuerdos..., rostros que ahora han cambiado pero que en el fondo, para mí, siguen siendo los mismos. Éramos cuarenta niños, cuarenta historias, cuarenta vidas que corrían sin marcar todavía nuestros destinos, y que se encontraban con las sonrisas de una inocencia que nos hacía mantenernos ajenos al mundo real. Nos juntábamos en las aulas y aprendíamos en el patio y en las calles, de hecho, podría contar con los dedos de una mano los profesores que de verdad se involucraron en nuestras vidas sin mutilar algunas de nuestras ilusiones.

Ahora nos vemos en los bares, sin necesidad de emitir juicios de valor, sin necesidad de ser los más fuertes, los más listos o los mejores deportistas; ahora no nos preguntamos si elegimos el mejor camino, simplemente simplificamos nuestras sonrisas y construimos pasajes que nos hacen sentir que todos somos iguales, que procedemos del mismo sitio, como cuando nuestros futuros se balanceaban sobre aquellos pupitres de madera. Al igual que escribí en una ocasión, es bueno reencontrarse con una época en la que íbamos corriendo a los sitios y en los que andar era, simplemente, de viejos.

miércoles, 25 de octubre de 2017

"Recuerdos de Verano"

Fueron esas olas las que envolvieron nuestra infancia, las que arrastraron nuestra adolescencia, y las que ahora empujan nuestro presente hacia las rocas. Me he visto y los he visto, tal como éramos, he podido cerrar los ojos y respirar de nuevo ese aire viciado y puro que nos envolvía aquellas tardes de verano en las que siempre encontrábamos algo que hacer y que enlazábamos con el sabor a cerveza caliente de aquellas noches en las que fuimos felices, de aquellas noches en las que la última siempre parecía ser la definitiva.

Ahora hay rostros que surgen de una imagen, risas de mujeres que no recordábamos y de amigos que tan sólo estuvieron de paso, de lugares que aparecieron y desaparecieron pero que siempre serán nuestros, de mañanas dolorosamente soleadas, de borracheras y resacas que compartíamos como la madrugada compartía con nosotros sus secretos. Fue cuando el mundo empezaba y acababa con la misma sonrisa, cuando buscábamos la libertad y sin saberlo la encontrábamos porque sabíamos hacer fácil lo que con los años hemos convertido en difícil; fue cuando todavía nos creíamos que seríamos especiales, cuando nada ni nadie podía tocarnos, cuando todavía podíamos improvisar y disfrutar de una juventud que siempre salía a nuestro rescate con una gran sonrisa.

"Alucinaciones"

El pelo se le revuelve, de sus ojos las lágrimas se convierten en negras alucinaciones que antes habían jugueteado con su nariz, ahora sus manos tiemblan y la seguridad de sus palabras se tambalea ante gritos sordos que ahogan su llamada. Ella siente que sus piernas se le doblan misteriosamente, que su cuerpo se resbala entre las baldosas del suelo y que su sonrisa se estrecha cuando recuerda que mañana será otro día.

Próximo a aquella súplica tú pasas corriendo, notas como tu respiración se agota ante tu débil objetivo y como tu pulso es un caramelo que se desvanece lentamente en tu boca. A tu alrededor no hay verdaderas amistades que marquen tu destino, ni flores ni pasarelas gratuitas que te indiquen tu camino; a tu alrededor sólo hay piedras y barro, ojos perdidos que miran demasiado tiempo bajo sus sonrisas y que tarde o temprano se despedirán de ti con la letanía de un último suspiro que será mortal.

domingo, 14 de mayo de 2017

"Un Tipo Extraño"

Él tenía unos andares demasiado extraños, cojeaba ligeramente de una pierna y se movía balanceando su cabeza cómo si le costase pensar. De su boca, cuando sonreía, colgaba una lengua rojiza y escarchada que ocultaba la dejadez de su dentadura, tenía los ojos entornados, tan grises como el cabello que se anudaba en el centro de su cabeza y que se estiraba por ambos lados ocultando unas pequeñas orejas que ya no parecían oír demasiado.

Acabó sus días en la misma casa donde había nacido, escondiéndose de todos sus traumas, de todas las mentiras y verdades que de él se habían contado, de todas las muertes no demostradas y que sin embargo le habían atribuido. Desde su estancia en aquel caserío la más pequeña de las perspectivas de un mundo real se habían ido desvaneciendo poco a poco mientras se tropezaba con su presente y con todos los recuerdos que su infancia escondía por los rincones de aquella casa, cada vez más oscura, cada vez más siniestra para los ojos acusadores que parecían observarlo por las ventanas.

sábado, 13 de mayo de 2017

"Una Nube Tóxica"

Dices que quieren matarte, que algo etéreo se mueve como una nube tóxica sobre tu cabeza acompañándote a cada paso que das. Dices que te gustaría soplar hacia el aire y que tus labios imaginasen un viento purificador que mandara esa nube lejos de ti, tan lejos que nunca más pudiera amenazarte. Pero aunque no quieras admitirlo, esa nube que sobrevuela tu camino la has creado tú, y ahora te envenena, cada vez que te levantas de la cama y sales a la calle, entonces empiezas a oír esas voces que se introducen en tus oídos y que parecen esperar siempre una respuesta. Dices que es el precio que pagas por soportar a la humanidad que tanto te desagrada, por asumir sus réplicas prepotentes, por darte con muros sordos que poco a poco van minando cualquier indicio de esperanza en el ser humano.

Dices que te gustaría cerrar los ojos y verte caminando, bajo una noche oscura, sabiendo que a la mañana siguiente no escucharás esas voces, ni verás ningún rostro que pueda recordar tu desconfianza y escrupuloso temor.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

"La Caja de Cartón"

Hay una luz que se enciende cuando su pequeño cuerpo se acerca a la ventana, ella mira a través de sus enormes ojos buscando un rayo de color, o una lluvia de verano, o un nuevo sol que le ciegue la mirada. Su dedo índice señala más allá de las nubes intentando encontrar lo que yo ya había olvidado buscar, entonces su dulce rostro choca con el mío, yo miro la inocente expresión de su descubrimiento, acaricio su cabeza y nos sentamos juntos en el suelo.

Más tarde la llevo en mis brazos mientras bajamos las escaleras, ella chapurrea palabras que no hace falta ser entendidas para ser comprendidas mientras yo repito sus gestos. Abrimos la puerta, sus pies tocan el suelo y su pequeña mano se pierde en la mía, caminamos juntos, yo sigo su paso, ahora los dos seguimos mascullando expresiones sin sentido, ella sigue repitiendo mis palabras y sus ojos siguen descubriendo ese mundo que se confunde con la visión de su propio universo imaginario.

Luego regresamos a casa, hoy vamos a jugar a un juego nuevo, cerramos los ojos e intercambiamos nuestras mentes: Ella soy yo y yo soy ella. Ahora yo coloco los cuadrados de juguete por colores mientras miro a través de la ventana intentando encontrar que el día se me descubra; me siento como una imagen que danza sutilmente por el cielo, que ha escondido prejuicios, conductas y pensamientos, que está de nuevo aprendiendo. El juego termina, ella gesticula con todos los músculos de su precioso rostro de niña, no le gusta lo que ha sentido, yo la elevo por encima de mi cabeza y reímos como si fuera la primera vez que lo hacemos juntos, luego volvemos al suelo y nos sentamos en cuclillas, ella señala una caja de cartón que se mece en una estantería, yo la alcanzo, la abrimos y descubrimos que en su interior no hay nada..., ella sonríe agradecida, y es entonces cuando me doy cuenta que por primera vez en mucho tiempo yo tampoco esperaba que hubiera algo dentro, y que aquella caja de cartón que por sí misma ilumina sus rostro infantil vive ahora también dentro de mi.

domingo, 2 de octubre de 2016

"Perdidos En El Diluvio" (El Destino de Abraham Cero)


Hace aproximadamente unos veinte años se me ocurrió la idea de que debería de crear un mundo al margen de mi cabeza para que mientras aquella fantasía fuera tomando forma yo pudiera relajar mis particulares costumbres diarias y de paso rastrear en los ocultos pensamientos que mantenían mi mente alborotada. Así que compré un cuaderno de anillas y empecé a escribir con la intención de que una vez finalizada aquella historia esta pudiera perdurar en el tiempo y que además se aproximara a los sentimientos de todos aquellos que se sentían solos y confusos o que se encontraban al margen de lo real.

Por aquellos años, los escritores con los que compartía noches de insomnio voluntario y escuchas radiofónicas nocturnas eran Bukowski, Kafka, Raymond Carver, Boris Vian...etc, recuerdo además saldar mi deuda con una colección de clásicos del terror que había ido coleccionando años atrás, y el placer de sentarme en la hierba del Retiro y empaparme en un par de sentadas "La Insoportable Levedad del Ser" (¡Qué gran título!) y "Los Renglones Torcidos de Dios". Pero además de los libros y el cine, mi medicación para desconectarme del mundo y enfrentar mis sueños con la vida real siempre ha sido a través de la música, del rock como fuente de resistencia y supervivencia, y ahí estaban también en mi cabeza sus grandes letristas: Bob Dylan, Lou Reed, Neil Young, Tom Waits...etc, y como no, Bruce Springsteen, del que me atreví a extraer el título de la novela de unas de sus canciones a modo de pequeño homenaje por su compañía y mi admiración, una novela que un principio había titulado "La Sangre en Silencio". Y por supuesto también estaba Van Morrison que, musicalmente me llevó a recrear parajes al ritmo de su música dejando que el tiempo pasara y la novela avanzara con todas sus contradicciones como si fuese la vida misma la que la estuviera dirigiendo, y como si los personajes tomaran aquel mundo ficticio como algo real hasta controlar su propio destino.

miércoles, 22 de junio de 2016

"La Mirada De Burt Lancaster en Atlantic City"

Un día más, o mejor, una noche más. Sentado en el sofá, con la casa sucia y todo liado. Otra noche que he intentado recuperar el tiempo que pierdo cuando es de día, como si no supiera vivir cuando el sol dirige los pasos de cualquier otra persona. Pero claro, no soy del todo normal, yo no soy así, lo aprendí hace demasiado tiempo, cuando sentía que todo el mundo crecía a mi alrededor mientras yo parecía ir menguando.

Ahora, con casi cincuenta y cinco años lo tengo asumido, no voy a ser nada especial para nadie, ni nadie va a intentar darme lo que de verdad necesito porque en el fondo nadie puede suplir las carencias del otro. Así que, esta imagen nocturna, casi sonámbula que se repite constantemente, es algo que ya no me sorprende, me dan las cuatro y las cinco de la mañana y luego intento dormir, a veces incluso veo como amanece a mi espalda, tras la ventana, entonces rápidamente me dirijo a la habitación y me envuelvo entre las sábanas intentando que el sonido desordenado que procede todas las mañanas desde la calle no me atrape.

Esta noche he visto de nuevo "Atlantic City", es una película que me tiene hechizado, la he visto cientos de veces y me sé el desarrollo casi milimétrico de cada escena, pero siempre hay algo que me sorprende: la mirada de Burt Lancaster, esa mirada caída que sin embargo a veces parece que se llena de esperanza, son ojos marcados por las arrugas, tan profundos que no hace falta que te cuenten nada para sentir que en el fondo ese hombre también está sufriendo.

A veces, cuando termino de ver la película y mientras aparecen los títulos de crédito, consigo anular mi pereza y me dirijo hacia el baño. Entonces choco mi rostro con el espejo, dejo por unos instantes que este se enfrente con todas sus modificaciones, que se enfrente con su infancia, con su perdida juventud, con su presente, y entonces veo mis ojos y no parecen ser ya los míos, son los ojos y la mirada de Burt Lancaster en "Atlantic City". Atuso mi gastado cabello hacia atrás, frunzo mis labios y dejo luego que estos se humedezcan con mi saliva; estudio mis orejas, mi nariz, los pelos de las cejas..., después dejo que el agua helada salga libremente por el grifo, y de la misma forma dejo que esta golpee mi nuca y que se deslice por mi cuello hasta notar que corta literalmente mi cabeza.

sábado, 7 de mayo de 2016

"La Mujer de Rostro Afilado"


Todo sucedió durante unos pocos segundos, una explosión, un estruendo que resonó en su cabeza, poco más que unas leves llamaradas que anunciaban su llegada. De su rostro surgieron unos ojos que parecían ondas rencorosas creadas por las alargadas visiones de su anterior vida y su cuerpo apareció recubierto de ventosas que atraían toda su envidia y mezquindad. Era ella, "la mujer de rostro afilado" había regresado, con sus ropas ennegrecidas por el deslizante maquillaje que deformaba el mundo y por el que serpenteaban delirantes imágenes de toda su violencia y su amargura. Aquel día, un niño miró hacia el cielo y al verla recordó lo que su madre escribió a fuego lento sobre su lápida: "En este mundo es mejor parecer que ser".

"La mujer de rostro afilado" había habitado el mundo creyéndose ser dueña de todos los pensamientos, propietaria de todas las sonrisas, acaparadora de todas las miradas. Decían de ella que cuando era un ser terrenal la podías ver levantando el puño en una manifestación feminista pero que luego era capaz de extraviar su mirada cuando una embarazada requería su ayuda, y que incluso hubiera sido capaz de cortarse una pierna si con eso hubiera conseguido que sus enemigos se amputaran las dos.

domingo, 28 de febrero de 2016

"La Calcetinera" (II Parte)

Segundas partes nunca fueron buenas. Aún así, y pisoteando mi vergüenza torera, he decidido divertirme un poco e intentar darle una descentrada prolongación a un relato que escribió un amiguete a raíz de una conversación de WhatsApp en la que varios compañeros de EGB intentábamos encontrar imágenes que nos surgían de los recuerdos de una época en la que íbamos corriendo a los sitios y en la que andar era, simplemente, de viejos.

Aquí podéis leer el original relato: http://veteporlasombra.blogspot.com.es/2015/06/la-calcetinera.html (de obligada lectura para entender mis desvaríos) sobre el que una noche me animé a darle forma a un mundo fantasioso que nos sitúa en el presente pero con la única intención de evocar el pasado, extraer unas sonrisas y homenajear a esa pequeña calcetinera que brincaba por nuestro patio. Va por mí y por todos mis compañeros, como solíamos decir. Es bueno seguir teniendo contacto con todos vosotros...

lunes, 15 de febrero de 2016

"Rebuscando en la basura"

Deberías rebuscar entre la basura, introducir de lleno tu cabeza dentro de aquel contenedor y agarrar con tu mano algo que sea más valioso que lo que tienes ahora. Debes saber que te vas a ensuciar, que tu cara se rociará de hollín y oscuridad y que las arrugas de tu rostro se ensancharán hasta esconder la última apuesta de tu sonrisa. Pero aún así, debes intentarlo, debes sacudir tu cabeza contra aquel muro, reconstruir ese pedazo de vida que cada día se descompone con parsimonia ante la esperanza y ante miradas no más acusadoras que la tuya.

A tu alrededor, las calles se estrechan, la lluvia inunda los sumideros de la fábula en la que te balanceas y el sol se desliza entre nubes contaminadas simplemente para no abrumarte demasiado. A tu alrededor sólo hay sonidos penetrantes, gentes recostadas en sus miedos, luchas y constantes enfrentamientos.

Sabes que ha llegado el momento de explorar nuevos caminos, de aparcar definitivamente viejas ilusiones y de sentir de nuevo que el mundo se abre, que es más grande lo que esconde que lo que muestra. Has de cubrirte de mierda, restregarte con decisión, arrastrar tu cuerpo ante seres que te parecerán superiores, cerrar los ojos y emborracharte después para olvidar y sobretodo mirar lo menos posible hacia atrás. Cuando des ese paso, notarás un desconocido frío que recorrerá tu inseguridad, pasearás con la sensación de una nueva y equivocada libertad, pero finalmente te darás cuenta que lo que necesitabas era rebuscar entre la basura.

miércoles, 13 de enero de 2016

"Viajando en un tren de cercanías"

Dices que se te ha olvidado lo que es descansar, mirar las estrellas y dejar pasar el tiempo, apagar los ojos y relajar tu mirada bajo oscuras ideas que no signifiquen nada. Últimamente has corrido demasiado, con una gran piedra cargada sobre tus hombros, sabes que has levantado tu cabeza pero eso te ha llevado a esconder una promesa marcada bajo tus recientes arrugas. El sol se levanta más tarde que tu cuerpo, tu cama es un resorte de muelles oxidados que esconde tu última tristeza y tu espejo se ha escudado tras un muro de resacas y viejas expectativas que ahora se ven maquilladas con la caducidad del pasado.

Coges un tren de cercanías que desearías que se transformase en un tren de largo recorrido, ya no observas ningún rostro, no escuchas los sonidos desordenados de la mañana, no reconoces la simpleza de una mirada. Aceleras tu paso, recoges tu pelo con una horquilla tan oxidada como los muelles de tu cama, y pasas entre el tráfico ocultando tu bello rostro con un velo de indiferencia que se rinde ante tus pies. Ahora caminas tan despacio que sientes que estás corriendo, arrastras tu cuerpo por las mismas calles, con las mismas desilusiones, por aceras que se cortan y que siempre tienen un final: aquel edificio que dobla tu espalda y enrojece tus ojos, aquel edificio en el que pareces ser un punto perdido en un infinito.