
Dices que te gustaría cerrar los ojos y verte caminando, bajo una noche oscura, sabiendo que a la mañana siguiente no escucharás esas voces, ni verás ningún rostro que pueda recordar tu desconfianza y escrupuloso temor.
Luces de colores, apoya tus ojos misteriosos, ábrelos, siéntete libre de nuevo, recupera la inocencia que te hacía no perder tu buen humor y descubrir cada día la vida, recupera ese sentimiento de aislamiento que te permitía mirar a la muerte con valentía..., porque ahora todo se nubla y has de estar preparada, has de luchar contra esa nube que carga sobre ti todos sus malos presagios y se vuelve cada vez más oscura, tanto que a veces se camufla en tus pensamientos queriendo hacerte sentir lo que nunca quisiste llegar a ser.
Así que, mejor que apagues tu mente, que nada te trastorne, que intentes que todo te afecte lo menos posible hasta que un día tengas la decisión y el valor de mirar sobre tu cabeza, agarrar fuertemente esa nube que te intoxica y guardarla cuidadosamente en algún lugar dentro de tu cabeza donde no te haga más daño, donde simplemente se convierta en un recuerdo que se amontone con otros y del que sólo puedas extraer algunos rostros, algunos paisajes, algunas sensaciones que puedan ser integradas en tu memoria sin dañar de forma definitiva tus propias percepciones.
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