"Para muchos soy como una hada misteriosa y extraña, incluso para los que me aprecian, pospongo decisiones e intento dejarme llevar, me sobran la mayoría de las cosas materiales y mi sueño sigue siendo vivir en una cabaña alejada de la civilización, no trabajar ni criar hijos, y vivir hasta que alguna enfermedad detenga mi cuerpo"..., ese fue el deseo de una adolescente que no muy poco tiempo después se enfundó un traje gris con un pañuelo anudado a su garganta mientras deambulaba de oficina en oficina con un carpetón bajo el brazo intentando hallar un hueco dentro de esa sociedad que repudiaba. Este post está dedicado a esa adolescente, y a los que como ella fueron engullidos por esa maquinaria aparentemente invisible que te hace entrar en ese círculo concéntrico del que difícilmente podrás escapar; intentemos pues buscar nuestra individualidad, ser extraños aunque sea dentro de esa vorágine de preguntas y respuestas que no acertamos ni siquiera a visualizar, y por qué no, pongamos el volumen bien alto y dejémonos llevar por esa música que nos incita a asaltar la barra de un bar o por aquella otra que relaja nuestras dudas mientras realizamos nuestras rutinas domésticas, permitamos que nos acompañe en nuestros viajes, ya sean reales o irreales, y sobre todo compartamos esos sonidos con otros. En esta ocasión, y por no pensar demasiado, ahí van los diez discos que quizás más he escuchado este mes y alguna que otra recomendación más, diferentes estilos para diferentes estados de ánimo, discos que he ido descubriendo mientras vagaba por diferentes caminos buscando un terreno donde construir esa cabaña bien alejada y que en mi caso solo ha sido mental, de momento...
1) The Baboon Show - "God Bless You All": Los suecos regresan con otro artefacto, que sin llegar al nivelazo de "Radio Rebelde", está plagado de incontestables pelotazos de punk-rock: "Made Up My Mind", "Sands Of Time", "God Bless You All", "Midnight", "Gold"...etc. Estarán de gira por nuestro país en marzo, y merece la pena acercarse a sus conciertos porque sus directos son una experiencia única; yo los vi hace unos años casi por casualidad y por aquí reseñé aquel conciertazo del que salí con veinte años menos y con la imagen grabada de Cecilia Bostrom comiéndose el mundo sobre aquel pequeño escenario. Os aseguro que merece la pena la resaca del día siguiente como lo es escuchar este "God Bless You All".