Memorable, apoteósico, prodigioso, imborrable..., miles de adjetivos que se agolpan en las mentes y en las crónicas escritas de quiénes estuvieron compartiendo con Bruce Springsteen y su E Street Band cualquiera de esas tres noches de rock´n´roll y vida en Madrid, porque es fácil dejarse llevar y perder la compostura durante esas tres horas eternas de magia y rock en las que la gente se abraza, llora, canta con pasión, salta, da palmas..., porque todo a tu alrededor son sonrisas verdaderas, es la felicidad absoluta mientras suenan esos himnos que te han acompañado a lo largo de tu vida y los compartes con tus amigos o con desconocidos que se convierten en cómplices de un momento en el que todos flotamos por encima de ese mundo real que parece estar dormido fuera de ese estadio. Un concierto del Boss sigue siendo como viajar a través de una interminable carretera en la que la pasión, la locura, la diversión y la emoción se mezclan hasta que aunque estés exhausto lo que deseas es que nunca termine, y Bruce lo sabe, y con 74 años sigue demostrando que aunque ya no se eche esa carreras de antaño, ni se suba al piano, todavía tiene la capacidad de llevarnos al límite física y emocionalmente para que solo el que estuvo allí pueda entender que cualquier calificativo de los que enumeré al principio se terminan quedando pequeños.
Lo mejor a la hora de acudir a un concierto de Bruce Springsteen es no hacer cábalas sobre el set list que podremos disfrutar, y dejarse llevar suene lo que suene ese día, y así me lo planteé el viernes 14, y aunque iba con las expectativas altas con lo que había sonado el día 12 y con todas las muestras de entusiasmo de quienes lo habían visto, lo que no esperaba era que me iba a encontrar con un Bruce y una E Street Band pletóricos, un listado de canciones impredecibles y una comunicación con el público pocas veces visto. El comienzo con una magnífica interpretación de "Something In The Night" que ni el fan más acérrimo esperaba presagió que aquella noche iba a ser especial, y así fueron cayendo otras sorpresas como "The Ties That Bind", "Downbound Train", "Power Of Prayer"..., además de atacar casi todo el "Darkness On The Edge Of Town", mítico álbum de 1978, con especial mención a los diez minutos de intensidad y pasión de "Racing In The Street" con un Roy Bittan inconmesurable. Fue un concierto extraordinario, algo hubo esa noche en la que hasta las canciones más habituales sonaron como si fueran la última vez que íbamos a escucharlas, así que bailamos y cantamos como si fuéramos los últimos afortunados y posiblemente esté ya entre los tres mejores que he visto de Bruce Springsteen & The E Street Band. Además me acompañaron los dos mismos colegas con los que debutamos aquel lejano verano de 1988 en el que un joven adolescente sintió por primera vez en su vida que estaba justo en el lugar en el que verdaderamente debía de estar. También vino mi hermana que salió entusiasmada, y toda esa gente que nos conocimos por internet de diferentes puntos de la península y que nos hicimos amigos a lo largo de los años a base de compartir música y noches que se alargaban hasta el amanecer apoyados en la barra de un bar o deambulando por cualquier garito que estuviera abierto.
El lunes, con las fuerzas renovadas, nos enfrentamos a otra demostración de poderío y rock´n´roll durante otras tres horas, y si el viernes quiso echar mano de su "Darkness", en esta ocasión lo hizo del "Born In The USA", y más sorpresas como "Atlantic City", "The River", "Trapped" o "My Love Will Not Let You Down", sin olvidarnos de todos esos temas casi fijos en todos sus últimos setlist como "Badlands", "Prove It All Night", "The Promised Land", "No Surrender", "Born To Run", "Thunder Road" o ese estremecedor "Backstreets" que para mí suele ser el punto álgido de este tour, canciones todas ellas que te devuelven a esa juventud en la que creías que estas te salvarían de ese mundo que amenazaba con convertirte en adulto.
Fueron dos noches mágicas, diría que la del viernes para todos los que la vivimos y disfrutamos, una noche histórica, de esas que recuerdas de por vida y que cuentas y compartes una y otra vez con cierta nostalgia para intentar lograr rescatar esa emoción sentida. Por suerte no hubo "Waitings" ni niños cantores, aunque seguimos con la lacra de esos padres descerebrados que ofrecen a sus hijos pequeños en las primeras filas como si fueran sus personales sacrificios a su particular Dios para que este les regale una jodida armónica, no les deberían permitir la entrada. Pero visto lo visto, lo que está claro es que con Bruce el círculo nunca se cierra y que ese último gran baile llegará sin darnos cuenta, mientras tanto es difícil es quitarles la razón: Ladies & Gentlemen, Bruce Springsteen & The E Street Band, el mayor espectáculo de rock del mundo.
Otras Crónicas anteriores...
Muy buen artículo MrOutside ,han sido unos conciertos, nuevamente inolvidables,que sin duda ,por donde va bruce, triunfa ,lleno de magia ,de luz , de puro rock all roll, y una banda prodigiosa ,profesional y legendaria E Street band ,la entrega del público es total , que en cada canción ,que toca bruce ,nos transporta a otra dimensión olvidando los problemas cotidianos del
ResponderEliminar¿Quién nos iba decir que íbamos a vivir de nuevo toda la magia de este tío y su banda?, el concierto del día 14 lo voy a recordar toda mi vida como recuerdo aquel de 1988, y como dije el círculo con Bruce parece que nunca se cierra y sigue sorprendiéndonos incluso a aquellos que creíamos que ya lo habíamos visto todo.
Eliminar