La primera jornada, la del jueves, me la salvó "La Iguana", ver a Iggy Pop con 72 años sobre el escenario sigue siendo una experiencia difícil de creer, es como retroceder varias décadas atrás y si tus ojos sufren de miopía y no logran divisar las arrugas que le cubren el rostro y el torso, es fácil encontrarte con aquel mismo cuerpo delgado y fibroso que se retorcía sobre el escenario. Poco tuvo que hacer Iggy para meterse de lleno al público en el bolsillo, simplemente salir, dejarse tocar por las primeras filas, y encadenar "I Wanna Be Your Dog", "Gimme Danger", "The Passenger" y "Lust For Life"..., un comienzo espectacular.
Otros que me sorprendieron fueron Sheafs, grupo británico que en poco más de media hora lograron contagiar su energía al público hasta entregarse a su cantante al que izaron sobre sus cuerpos mientras este cantaba desde el centro de la carpa de Mondosonoro. Y por último, The Hives, dicen que si les ves por primera vez quedas atrapado a los encantos de su cantante, y ciertamente los suecos ofrecieron un gran directo en el que Pelle Almqvist no para de interactuar con el público (quizás demasiado), e incluso llegó a pedir que le hicieran un pasillo por el que se paseó mientras cantaba "Tick Tack Boom".
El resto, Lewis Capaldi, que prácticamente abrió el festival sin contar con la fiesta de presentación del día anterior en la que Rosalía fue la mayor atracción, y que demostró tener una gran voz; Tash Sultana, que se defendió sola sobre el escenario principal y por lo que vi manejando varios instrumentos, muy meritorio lo de esta chica; La Dispute, una banda de hardcore con un buen directo pero a que a mí me pareció un tanto monótono; Bon Iver, cabeza principal del primer día del festival, y que a pesar de que algunos temas suyos me gustan, he de reconocer que la sensación final es que puso a pastar a las ovejas sobre el césped del Mad Cool; y Noel Gallagher, que ofreció un concierto correcto sin más, y que aprovechó el tirón de las composiciones con su hermano Liam para mantener algún tipo de expectativa que permitiera mantener cierta atención a lo que hacía sobre el escenario. Vampire Weekend, The Chemical Brothers, Perry Farrell, Let´s Eat Grandma o The Snuts entre otros completaban una jornada en la que lo más sobresaliente fue la organización de un festival que parecía haber aprendido de los errores del pasado.
Miles Kane no es lo mío, así que no le dedique mucho tiempo, el suficiente mientras reponía fuerzas para convencerme de que ya le había dado una oportunidad. Lo intenté con Milk Teeth, un grupo de punk-rock del que hablaban maravillas pero a que a mí me sonaron demasiado atropellados. The National era uno de los reclamos de la jornada, debo de decir que soy seguidor del grupo y que su último disco tiene grandes composiciones aunque se me hace extremadamente largo y ambicioso. A su líder Matt Berninger (que a veces con sus movimientos espasmódicos parece que son tres Matt Berningers) se le vio muy enchufado, lanzándose varias veces al ruedo del escenario principal y despertando de su letargo a un público que le abrazaba y sonreía con la sorpresa de verle intentando abrirse paso micrófono en mano entre la multitud. Destacaría las interpretaciones seguidas de "Bloodbuzz Ohio" y "Oblivions" (uno de los mejores temas de su último lanzamiento), "Day I Die", "Graceless", y sobretodo el final con "Mr November" y "Terrible Love" que nos dejó con un gran sabor de boca a pesar de que creo que la puesta en escena de los conciertos de "The National" funcionan mejor en recintos más pequeños.
Poco tiempo para descansar, The Smashing Pumpkins regresaban a Madrid y su concierto y la actitud de su líder eran toda una incógnita. Por suerte, pocas veces se verá a un Billy Corgan tan simpático al que incluso le costó dejar el escenario. Antes, una sucesión de hits y canciones de su último disco inmortalizaron un show que resonó con nostalgia en las voces de aquellos que en los noventa alzaron al grupo como referente en sus vidas y que las corearon rejuveneciendo de paso poses y actitudes. Y así sonó "Disarm" en una interpretación acústica que desarmó a los presentes, como el cierre con "Today", o la encadenación de "Ava Adore", "1979", "Tonight, Tonight" y "Cherub Rock". Y con una sonrisa, y una pesadez en las piernas que parecían moverse más por obligación que por deseo, dejé atrás aquel macro descampado festivalero mientras dudaba si seguir los consejos de mi cuerpo o hacer caso a mi mente que me recordaba que Empire Of The Sun y sobretodo Wolfmother se merecían por lo menos un vistazo.
Y llegamos a la última jornada, el guitarrista de los Smiths, Johnny Marr, abrió el escenario principal alternando canciones propias con hits del mítico grupo como "Bigmouth Strikes Again", "How Soon Is Now?" o esa maravillosa "There Is A Light That Never Goes Out" que cerró un buen show. Luego le tocó el turno a una emocionadísima Cat Power que sedujo con su voz a un público que intentaba acercarse a ella acallando a aquellos que se sitúan en las primeras filas y no paran de hablar entre ellos de gilipolleces faltando el respeto al resto. "The Wanderer" sirvió de colofón a un estupendo show con Cat Power haciendo bolas de papel con los setlist e intentando que estas llegaran al público mientras desafiaban al viento.
Después me dirigí a la carpa y tuve la fortuna de encontrarme con uno de los mejores directos del festival, Les Butcherettes, un grupo mexicano del que destaca una poderosa batería y sobretodo su cantante, Teri Gender, carisma, fuerza, y sobretodo locura, algo tan necesario y que suele ser obviado por otras bandas cuando se enfrentan una audiencia que no les conoce. Tan entusiasmada estaba Teri Gender que ya con el concierto acabado decidió lanzar sus zapatos rojos de tacón al público, y lo que fue más sorprendente, lo nunca visto: el teclado. Todavía digiriendo esa explosiva actuación, los escoceses The Twilight Sea comenzaban su show en el escenario de enfrente, otro gran grupo del que destacan los aspavientos de su cantante, James Graham, y que a mí me recordó en ciertas poses a Ian Curtis. Y para cerrar la trilogía de pequeños-grandes conciertos, los americanos Parquet Courts se desenvolvieron con maestría sobre el mismo escenario que antes Les Bucherettes habían incendiado.
A la salida de aquella carpa en la que parecía que había estado en una pequeña sala disfrutando de la cercanía de los artistas, el sonido tan peculiar de la guitarra de Tom Morello resonaba desde el escenario dos recordándome que en el centro de la acción ese supergrupo formado por miembros de Rage Against The Machine y Public Enemy que se llama Prophets Of Rage sonaban libremente y habían convertido aquella explanada en una fiesta, sobre todo cuando sonó a todo trapo "Killing In The Name".
Y con cierto retraso llegó el plato fuerte del festival, The Cure, en mi caso, y a pesar de que nunca he sido seguidor de la banda, tenía ganas de verlos y mis expectativas que no eran muy altas, más por mí que por ellos, se vieron sobradamente cumplidas. Lo primero que sorprende es la voz de Robert Smith que se mantuvo en magnífico estado a lo largo de las dos horas y media que duró un show que inmortalizó en directo la televisión española. Arrancaron con "Playsong" y con mi tema favorito "Pictures Of You", y dieron un extraordinario concierto en el que todos los que les vieron coincidieron en que este ha sido uno de los puntos álgidos de las cuatro ediciones del Mad Cool. Para la posteridad, unos bises en los que demostraron como se acaba un concierto en que el grupo y público se fusionan, y se unen para celebrar que canciones como "Lullaby", "Friday I´m In Love", "Close To Me" o "Boys Don´t Cry" con la que cerraron el show pertenecen ya a todos. The Cure triunfaron.
Y ya entrados en una noche en la que soplaba un viento que para algunos era agradable pero que para otros era incluso hasta frío, Greta Van Fleet, esos muchachos que han sido recibidos como los nuevos Led Zeppelin, sonaron estupendamente en el escenario tres, pero también es verdad que hubo solos que sonaron impostados y que el cantante anduvo excesivo demostrando su potencia vocal. Luego vi un rato a Robyn, y de ahí, y para rematar una gran jornada, me acerqué a la propuesta gore de Carpenter Brut que sonaron brutales, acompañando su música con sangrientos videoclips que parecían teñir de rojo el escenario.
Seguramente el mejor concierto fue el que por caprichos del destino no vi, quien sabe si alguno de los conciertos pequeños que se celebraron en la carpa superaron a otros que sonaron en los escenarios principales, o si fue al contrario, lo cierto es que acudir a un festival supone tener que elegir, y yo, en mi caso, intento mantener un cierto equilibrio entre lo que deseo ver y lo que creo que me puede sorprender. En cuanto a la organización, y a pesar de la pésima comunicación pre-festival y de la venta de abonos unos días antes a precios inferiores que los que los compraron meses antes sin saber el cartel completo, hubo muchas cosas buenas a destacar en esta edición: la no masificación del recinto, la rapidez de los accesos y de las barras, el sonido de los escenarios (lástima que redujeran el tamaño de las pantallas de vídeo), y sobretodo la eliminación de los corralitos vips que había enfrente de los escenarios principales en las dos pasadas ediciones.
Musicalmente, de nuevo ofrecieron un variado y gran cartel, mezclando propuestas diferentes que hace que haya un público heterogéneo pero que en ningún caso arruina la convivencia, sino que incluso lo hace más enriquecedor hablando desde un punto de vista no solo estrictamente musical. Ahora a esperar que esa obsesión por "crecer" no signifique empeorar la experiencia festivalera en futuras ediciones y que a partir de este año solo haya margen para la mejora, aunque yo, con ese idealismo quizás mal entendido, sigo echando de menos las premisas con las que arrancaron en la primera edición, aquella en la que triunfaron los Who y sobretodo Neil Young.
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