Si la música viene a ti lo mejor es vencer la pereza, desafiar el calor madrileño (que este año no fue para tanto) y adentrarte un año más en ese descampado que se engalana con su moqueta verde y sus puestos y que abre sus puertas a una congregación de personas de todas las edades y nacionalidades en búsqueda de pasar un buen rato y vivir un momento de esos inolvidables gracias a la experiencia de ver en directo a una de tus bandas favoritas, o por qué no, descubrir nuevas músicas. Exceptuando aquel incidente en el que un apagón dejo sin voz a Gracie Abrams e Iggy Pop, y que ambos solventaron con una sonrisa y un dedo al aire respectivamente, ha sido un festival muy cómodo, sin problemas de movimiento entre escenarios, con fuentes de agua, y sin colas en las barras o en los aseos, y la verdad es que se respiraba buen rollo, de hecho no he presenciado ni siquiera un conato de pelea, el resto lo pusieron los artistas que demostraron la misma ilusión que el público por estar allí y que independientemente de gustos mostraron sobre el escenario la actitud necesaria para que desde sus capacidades aquella cita fuera imborrable, al fin y al cabo de eso tratan los directos, de creer que estás viviendo un momento especial y que las sonrisas se crucen con naturalidad entre público y músicos.
De lo visto el jueves destacaría el gran concierto que dieron Bright Eyes con un Conor Oberst que no paró de moverse por todo el escenario y que bajó a saludar al público al final de su actuación, bailó e interpretó algunos de los mejores temas de la banda demostrando que siguen teniendo el carisma y las tablas para hacernos olvidar que el sol todavía pegaba fuerte a nuestras espaldas. El incombustible Iggy Pop hizo flipar a todo el que se acercó a verlo con un setlist además espectacular, a sus 78 años verle como se mueve cojeando y sin camiseta es sentir que el tiempo ha pasado pero que lo ha debido de hacer muy lentamente, el gran Iggy sigue siendo un emblema de resistencia y de Rock´n´Roll. La mayor sorpresa del día fue un grupo irlandés llamado Kingfishr que dieron un conciertazo en una de las carpas con unas canciones que como si fueran clásicos la gente coreaba a grito pelado mientras ondeaban banderas irlandesas, sacan disco en Agosto así que estaré atento a su publicación. Ellos fueron también los culpables de que no viera íntegro el concierto de Muse, pero lo cierto, y aunque no era la primera vez y tampoco son uno de mis grupos fetiche, estuvieron estupendos. También me dejé caer a primera hora por Blondshell, Fidlar (gran recital de punk-rock), Circa Waves que no me entusiasmaron, y concluí con los éxitos de Weezer que la verdad no sonaron muy bien pero era demasiado tarde para no obviar el sonido y bailar un poco al ritmo de los estadounidenses.
El viernes era para mí el día de Nine Inch Nails, la banda de Trent Reznor justificaba por sí sola mi paso por el Mad Cool, y de nuevo estuvieron colosales, hora y media a piñón fijo con un tremendo espectáculo que te noquea y te deja con la sensación de haber vivido un momento épico, poco que decir, hay que vivirlo. La sorpresa del día vino a través de una banda francesa: Last Train, que actuaron en una de las carpas y que estuvieron enormes, con una intensidad que pocas veces puedes ver, no solo se adentraron entre el público sino que demostraron que tiene grandes canciones como esos más de diez minutos de la intensa "The Big Picture" con la que concluyeron el recital, por cierto anunciaron que estarán de vuelta en octubre. Un poco antes me deje seducir por Future Islands, aunque ya los había visto, por eso me lancé a otra de las carpas para moverme con el punk rock de Bad Nerves que ofrecieron un gran concierto. Del resto destacar la mitad del concierto de Alanis Morrissette, que fue lo que puede ver, y que volvió a seducirme, y el poder de concentración de Noah Kahan que aunque se me hace un tanto pasteloso solo puedo reconocerle su gran puesta en escena y esos himnos que la gente coreaba a todo pulmón.
Y llegamos al sábado, ese día fui con mi hija que quería ver a Olivia Rodrigo, y sin lugar a dudas no sé si fue por la ilusión de ella que asistía a su primer gran festival o del ambiente que se respiraba, pero lo cierto es que me convenció aunque no sea capaz de corear ni una de sus canciones (curiosamente la única que me sabía fue una de las que pasó más inadvertidas entre el público: "Pretty Isn´t Pretty"). Antes vimos algo a The Teskey Brothers, y si yo aprendía con Olivia que hay muchas más músicas, mi hija lo hizo con ellos descubriendo que el soul y el blues siguen teniendo vigencia aunque sea fuera de las redes sociales juveniles y que también pueden emocionarnos. No lo vimos entero puesto que teníamos una cita con Girl In Red en el escenario tres, y que estaba abarrotado, mucha actitud y guiños al público así que no me extraña que tanto nosotros como su cantante saliéramos más que satisfechos. De lejos observamos a Finneas, que es el hermano y compositor de las canciones de Billy Eilish, y luego volvimos para St Vincent, un grupo que yo siempre he tildado de cultureta pero el magnetismo que desprende Annie Clark es innegable, preciosa la interpretación de "New York" sobre la valla de las primeras filas. Antes de Olivia Rodrigo, echamos una ojeada a Arde Bogotá mientras cenábamos y la verdad es que me gustaron más que la otra vez que los vi, a lo mejor la compañía que llevaba influyó, y este Mad Cool acabó para nosotros con Justice, bailamos un poquito mientras veíamos el despliegue de luces, y dejamos atrás lo que siempre parece un sueño cuando te metes en el coche y los oídos y el cuerpo descansan, aunque a veces desearías que la vida fuera una eterna canción.
No hay comentarios :
Publicar un comentario