jueves, 29 de junio de 2017

"Primavera Sound, 3/6/2017: Van Morrison, Arcade Fire...etc"

Moverse por el Primavera Sound es como hacerlo por Disneyland, con antelación has de planificar que atracciones deseas no perderte y has de ser consciente de que en muchas de ellas las esperas y las aglomeraciones son parte también del espectáculo y que nadie te dejará sólo cuando la gente se agolpe en busca de sus emociones. Pero al igual que hay que tener un tanto programado el recorrido, también conviene dejarse llevar por la improvisación y permitir que ésta te descubra lo que en principio no tenías previsto.

El Primavera Sound es un "maravilloso" recinto donde se reparten escenarios y donde la gente no sólo va a escuchar música; en mi caso, y a pesar de no entusiasmarme los festivales de esta magnitud por la cantidad de conciertos que se solapan, tengo reconocer que hay algo en ellos que me seduce tanto como la propia música, por un lado la posibilidad de asistir a conciertos a un bajo precio y por otro la libertad de poder moverte de un escenario a otro e ir descubriendo distintos tipos de música como el que está en un mercadillo y va de puesto en puesto buscando algo que le sorprenda de verdad.

En la jornada del sábado Van Morrison y Arcade Fire compartían "mercadillo" junto a otros grupos que deseaba ver en directo, así que, y después de planificar una pequeña ruta, me propuse estar veinticuatro horas sin dormir y viajar a Barcelona para perderme por ese laberinto de sonidos. Nada más llegar decidí pasarme por la zona del Raval para ver a Slim Cessna´s Auto Club y ver el ambiente que había en la CCCB, fue un pequeño espectáculo en el que los predicadores parecieron estar alargando un interminable bis de cuarenta minutos, y como siempre estuvieron enigmáticos y sorprendentes.

Después cogí el metro y me dirigí hacia el "Disneyland" de la música, pasé los primeros controles, cambié la entrada por la pulsera, volví a pasar más controles, comprobé que a esas horas el sol pegaba fuerte y finalmente entré en el recinto del Primavera Sound. En un principio tenía pensado ir a ver a Magnetic Fields al Auditori, concierto que sacrifiqué por comer algo y tomar una cerveza mientras veía a Jeremy Jay. Luego, y después de recoger un dichoso ticket para entrar en el Hidden Stage, les tocó el turno al regreso de los Surfin Bichos, aquel grupo albaceteño, ahora de culto, pero que en su momento quizás merecieron más éxito. Con los últimos compases de "Fuerte" salí otra vez a la luz del día y me pasé a ver a Weyes Blood, una cantante con una voz extraordinaria pero a la que le pasó factura la hora del concierto y el calor, aun así me pareció un gran concierto.

Ahora tocaba el turno de recorrer aquella explanada para ir hacía la otra punta y encontrarme nuevamente con Van The Man, antes y mientras reponía fuerzas vi a Pond, un grupo que no me entusiasma mucho y que desde donde yo lo vi no sonaba muy bien. A las 19´40´´, con el cielo anaranjándose y el mar de fondo, apareció Van Morrison, la misma imagen de hace veinte años, cómo si su tiempo de envejecer se hubiera deslizado por una difusa montaña rusa en la década de los 80s para después permanecer embalsamado en un cuerpo que parece no perder una estética que mitifica cada gesto que sale de su rostro. Esta vez Van no tenía que andar pendiente del reloj, tenía una hora y media y eso fue lo que ofreció, el mismo tiempo que suele dedicar en sus recitales a sus fieles en cualquier sala de conciertos. La banda que llevaba era la misma que le acompañaba el año pasado, aunque en esta ocasión se le había sumado una corista más, un punto muy a su favor porque son grandes músicos y todos se emplean a fondo aunque a veces parezcan estar demasiado tensos ante cualquier gesto de su jefe.


Van Morrison ofreció un concierto para todos los públicos, esta vez recurrió a sus canciones más conocidas y así se fueron sucediendo "Moondance", "Days Like This", "Cleaning Windows", "Sometimes We Cry", "Jackie Wilson Said", "Wild Night", "Brown Eye Girl", "Have I Told You Lately"...etc. Destacaría una emocionante "Carrying A Torch", "Enlightment", una extendida "In The Afternoon" o una estupenda versión de "I Can´t Stop Loving You". Van The Man no nos llevó esta vez a Avalon, quizás tampoco era el marco adecuado ni el lugar idóneo para dejarnos llevar y poder viajar, pero no se le puede negar que ejecutó un maravilloso recital que acabó con un supercoreado "Gloria" y con la sensación de que Van Morrison es eterno.

Después tenía una dura decisión, ver a Teenage Fan Club o escaparme de aquel recinto de sonidos dispares para ver la segunda parte de la final de la Champions. Finalmente decidí dejar a TFC para otra ocasión y perderme por las afueras en busca de un bar donde pudiera cenar y ver el encuentro de fútbol. Fue curioso ver el partido con juventinos y barcelonistas que querían ver perder al Real Madrid y donde gracias al fútbol nos unimos unos con otros durante esos instantes de goles, copas, recriminaciones y sonrisas.

Desconectado de la música y con la victoria del Madrid en mi cabeza, mi regreso al Primavera Sound me supo a gloria (nunca mejor dicho), era como volver a entrar en el parque temático que ya tanto me había pateado y que había hecho mío, pero esta vez con la noche presidiendo aquellas luces de diferentes colores que se escapaban de los focos de los escenarios.

Una vez dentro, me dirigí hacía la gran explanada, la que los asiduos llaman "Mordor", dónde una superviviente Grace Jones ejecutaba un colorista show que vi de lejos. Después le llegó el turno a Arcade Fire, uno de los grupos de este siglo XXI. Comenzaron la actuación con un sorpresivo "Wake Up" y ya desde aquel primer momento se metieron al público en el bolsillo sin mucha dificultad, luego se fueron sucediendo éxitos como "No Cars Go", "Intervention", "Sprawl II", "Reflektor" o "Neighborhood #3" añadiendo algún tema de su nuevo disco a punto de editarse para cerrar con la épica de "Rebellion" y la sorpresiva "Windowsill".

Poco que decir, a mí, que nunca los había visto en directo, me entusiasmaron, me pareció un grandísimo concierto y seguramente uno de los pocos grupos que pueden ofrecer recitales en estadios para una gran audiencia al nivel de los todoterrenos Bruce Springsteen o Rolling Stones.

Después de ver a Arcade Fire, y con las dos de la madrugada marcando el tiempo, me paseé por el recinto viendo parte de los conciertos de Against Me!, Japandroids, Haim (que fue un concierto sorpresa no anunciado), Mannequin Pussy y !!!(Chk, Chk, Chk), algunos de ellos se solapaban como me pasó con Angel Olsen por la tarde a la que tristemente no puede ver.

Sobre las seis de la mañana, y con un viento que soplaba ya fresco, me preparé para abandonar aquel parque con la satisfacción de haber visto grandes conciertos y de haber conocido a gente de diferentes ciudades y países con los que había compartido sonrisas y momentos, pausas de una vida que se escenifican a través de esos rostros desconocidos, y sobretodo con la percepción de que por unas horas mi propia realidad me había pertenecido eligiendo hacer lo que en cada momento me había apetecido. Si se tercia algún año, volveré, aunque sólo sea por sentir esa sensación...



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