Terminó el mes de las flores y ya se nos ha presentado como otros años el calor y el recuerdo de esas tórridas noches de verano en las que lo mejor es estar en las calles mientras levantamos una copa hacia la oscuridad y brindamos por mantener nuestras sonrisas. Y es que en el fondo, y como decía una de las canciones que escuché estos días, seguimos siendo seres salvajes, aunque hayamos evolucionado y nos creamos más inteligentes que el mundo que nos rodea nuestras miradas nos delatan, no se trata de regresar a las cavernas, se trata de volver a aceptar que no somos del todo dueños de nuestro destino, que podemos y debemos creer que nuestros actos y decisiones tienen su significado y que en cierta forma controlamos nuestro pequeño universo pero sin olvidar que seguimos siendo parte de los ríos, las montañas y de las nubes, que pertenecemos a la tierra que aramos y a aquella por la que paseamos, y que como el resto de los seres vivos vivimos siempre expuestos a los deseos de una naturaleza que con su belleza nos recuerda que ella es mucho más sabia. Así que no dejemos que el calor nos agobie, permitamos que suene un violín o una guitarra estridente, y bailemos con lentitud o furiosamente mientras nos integramos con esos paisajes que igual que nos intimidan con toda su magia nos hacen sentirnos más libres.
1) Dan Mangan - "Natural Light": Y ya que andamos contemplativos, nada mejor que empezar con el séptimo álbum de este canadiense, un disco hermoso de folk grabado en una cabaña e ideal para darse un paseo con él por el campo o para cerrar los ojos y escucharlo en la oscuridad de tu habitación. Temas como "It Might Be Raining", "Soapbox" o "Cut The Brakes" te harán regresar a esa cabaña donde fueron compuestos. (📻)