domingo, 31 de diciembre de 2017

Little Steven & The Disciples Of Soul, Sala Vistalegre, Madrid 8/12/2017

Hay conciertos en los que eres parte de lo que está sucediendo sobre el escenario, te sitúas bien entre el público, te tomas unas cuantas cervezas si puedes, y te dejas llevar por la música moviendo el cuerpo o practicando ese sonido que a algunos les parece tan molesto que es el silencio. Luego hay conciertos en los que por una razón o por otra te conviertes más en un espectador que en parte integrante de la fiesta. Y así fue en esta ocasión, entramos tarde y yo me uní a ese sector que aprovechando su libertad de movimientos puede merodear por la parte de atrás o por los laterales del recinto porque prácticamente lo vas a disfrutar igual.

Cuando esto último ocurre, hablar de un concierto es hacerlo desde un punto vista en el que puedes analizar lo que has visto pero a cambio pierdes parte de esa bofetada de rock´n´roll que sí que recibes cuando los altavoces retumban en tus oídos, sientes el sudor de los músicos o eres parte de la espontánea diversión del público cuando el cantante reclama su participación. Ahora que la gente agota en horas las entradas para un concierto de masas en estadios o grandes pabellones posiblemente les pase esto, lo verán desde una grada y lo disfrutarán pero no se darán cuentan que el rock´n´roll vive de la cercanía y de saber que en tus oídos atronará un pitido cuando éste acabe como si la vida se hubiera detenido.

Del concierto, y desde mi vagabundeo por esas zonas traseras de la sala, sólo puedo decir que me pareció una demostración de creencia en el poder del rock en sus múltiples facetas y Little Steven, con su característica voz, se manejó como un gran maestro de ceremonias, rhythm & blues, soul, reggae...etc. Y con él una espléndida banda de catorce músicos que incluía una potente sección de vientos, un percusionista y tres coristas con sus melenas a lo afro que parecieron resucitar a esas coristas que coreografiaban sus bailes sobre el escenario en los buenos años de la Motown.

Dos horas y tres cuarto de concierto que abrió con una versión de "Even The Losers" en memoria de Tom Petty, y en el que tocó gran parte de su disco "Soulfire", entre otras aquéllas que cedió a ese colega de bares y música llamado Southside Johnny: "Love On The Wrong Side Of Town" y "I Don´t Wanna Go Home" que nos recordaron aquellos días de juventud en los que aquellos chavales de New Jersey agarraron sus guitarras y se abrieron paso con sus voces persiguiendo un sueño que algunos como Bruce Springsteen o el propio Little Steven alcanzaron; tipos que aman el rock y que encuentran sobre el escenario un hogar y que nos recuerdan que cuando la música suena nunca debería de haber una hora límite para regresar a casa..., o por lo menos hasta que el amanecer y los ruidos de los trabajos empiezan a ordenar ese mundo  en el que la mayoría terminamos viviendo.

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